La Psicoterapia centrada en el cliente es el nombre de una psicoterapia enmarcada en la Psicología humanista. "Cliente" pretende enfatizar un matiz semántico distinto a "paciente", ya que un cliente permanece con la responsabilidad y libertad sobre el proceso terapéutico como un agente activo, en contraposición de "paciente", como indica éste término en su sentido literal ("ser paciente con el problema").
Con frecuencia se habla de "enfoque centrado en el cliente". Enfoque es un término más general con más matices filosóficos, que permiten enmarcar con éste una consecuente psicoterapia y comprensión sobre los intercambios interpersonales acaecidos durante el proceso psicoterapúetico.
Psicoterapia centrada en el cliente es también el nombre de un libro escrito por el psicólogo norteamericano Carl Rogers, considerado fundamental dentro de la escuela humanista de psicoterapia.
Fundamentos
La psicoterapia centrada en el cliente es una teoría
psicológica aplicada en el trabajo terapéutico con personas en busca de ayuda
psicológica. Ha sido creada por el psicológo norteamericano y profesor de
psicología Carl Rogers (1902 - 1987). Como se decía, implica un
"enfoque" que enmarca el proceso psicoterapéutico, más allá de ser
una mera "técnica". Por ejemplo, según aseguraba el propio autor en
el citado libro, el proceso psicoterapéutico fallaría si fuera aplicado como
una técnica, ya toda acción terapéutica surge de unas determinadas actitudes
reales por parte del psicoterapeuta (de ahí denominarlo "enfoque").
Como técnica psicoterapeútica es uno de los métodos más
investigados a nivel científico desde entonces y ha dado sus pruebas de
eficacia. Las investigaciones científicas y universitarias en muchas partes del
mundo permitieron también el desarrollo sistemático de esta orientación
psicoterapeutica.
La psicoterapia centrada en el cliente suele ser la base de
la formación profesional de los counselors. También forma parte de la formación
curricular básica de los psicólogos, ya que es una forma de psicoterapia,
permite establecer una relación psicoterapéutica y enmarca conceptos
fundamentales como el sí-mismo.
Cliente en oposición a paciente
Para muchos el uso del término cliente puede resultar
chocante y contrario al espíritu de la psicología humanista. El motivo de
abandonar el término paciente viene dado por la connotación del vocablo,
relacionado con la patología, lo cual implica una relación asimétrica en donde
el enfermo busca la ayuda de un superior, el terapeuta o sanador. La
contrapropuesta es que no existe tal cosa como la enfermedad mental, sino
formas disfuncionales de vivir.
El solicitante de un servicio o proceso psicoterapéutico toma
así el término cliente, ya que es una persona activa en la solución de su
problema y, como parte de esa búsqueda activa, ha decidido iniciar este proceso
psicoterapéutico. Dentro de la relación terapéutica, cliente y psicoterapeuta
tienen por tanto el mismo "estatus", de modo que el cliente es
totalmente libre para dirigir por medio de la psicoterapia su propio camino de
desarrollo personal.
El proceso terapéutico
Según Rogers, el cliente es el que lleva el peso de la
terapia (auto-directividad) y no el terapeuta. Sin embargo, el terapeuta tiene
que ofrecer al cliente una relación que se define por tres condiciones
necesarias y suficientes para lograr el éxito de la misma. Las tres primeras
características o condiciones son Empatía, Aceptación positiva incondicional y
Autenticidad o Congruencia.1 Todo el proceso de la psicoterapia puede
traducirse como la actitud del psicoterapeuta en una profunda creencia de
respeto y aceptación del cliente y de sus propias capacidades para el cambio:
de este modo, todo lo que se hace en la psicoterapia (si entendemos esta como
una escuela o enfoque, de la que surgen técnicas o estrategias) es la
instrumentalización de esa actitud. Desde el uso del silencio a la empatía,
vienen a trasmitir este mensaje implícito.
Estas tres condiciones relacionales mencionadas son llamadas
actitudes de base:
La aceptación y consideración incondicionalmente positiva de
la persona en búsqueda de ayuda. Se acepta sin condición alguna la manera en
que ella está dispuesta a revelarse y demostrarse en la relación frente al
terapeuta.
La empatía centrada en la persona sufriente. Es la capacidad
del terapeuta de entrar en el mundo del cliente y de comprender con exactitud
sus vivencias como si el terapeuta fuese el otro. Esta comprensión empática
facilita la concientización, favorece el acompañamiento terapéutico y promueve
el desarrollo personal.
La autenticidad del terapeuta permite a menudo un diálogo
sincero y constructivo directo entre el terapeuta y el cliente. El terapeuta
sigue siendo un experto, pero él se comunica también como ser humano al
servicio del cliente sufriente.
La relación centrada en el cliente se define además por un
mínimo de contacto establecido entre el cliente y el terapeuta (4), el cliente
debe estar en un estado de incongruencia (5) y por último, el cliente debe, de
una manera u otra, darse cuenta de la presencia del terapeuta y de la relación
ofrecida (lo que, a veces, no ocurre, por ejemplo en caso de una psicosis
aguda).
Una relación definida por las actitudes de base genera una
multitud de interacciones terapéuticas cada vez más adaptadas a la relación con
el cliente, a su persona y situación particular, favoreciendo la capacidad
natural e inherente en cada persona de poder desarrollarse de manera
constructiva (tendencia natural de cada persona a su auto-actualización, es
decir a desarrollarse y madurar).
Filosofía y ética
En un sentido filosófico, los terapeutas centrados en la
persona consideran el ser humano como una persona que, durante su vida entera,
vive en una interdependencia entre sus necesidades de autonomía y sus
necesidades de estar relacionado con los demás y con la sociedad. Las dos
necesidades son existenciales. Uno de los objetivos de la terapia centrada en
la persona es ayudar al paciente a encontrar su equilibrio en esta
interdependencia y de desarrollar en ella su pleno funcionamiento social y
psíquico ("fully functioning person").
Así, incluso en su propia "Psicoterapia centrada en el
cliente" hace constantes referencias a la psicología Gestalt, o a la
gestalt de la personalidad del cliente (el sí-mismo). En la psicología gestalt
se analiza profundamente la interacción persona-sociedad, de modo que las
personas vivimos inmersas en la "experiencia"; esta es el constante
flujo experiencial donde todos los seres humanos interaccionamos. Desde la
psicología Gestalt, el problema de la disfuncionalidad o psicopatología se
entiende como una falta de ajuste: la solución consiste en buscar un
"ajuste creativo" al problema, que permita una funcionalidad de la
persona en ese medio. Es decir, en cierto modo supone una despatologización más
bien próxima al humanismo.
Psicología y desarrollo
El ser humano nace con un conocimiento intuitivo (inmediato)
de sus necesidades organísmicas. A medida que se desarrolla, va empezando a
construir un esquema de sí mismo con base a ese conocimiento. En los avatares
de sus relaciones con el mundo y los otros, puede recibir dos clases generales
de retroalimentación: consideración positiva incondicional y consideración
positiva condicional. En tanto recibe ésta última, el sujeto, quien tiene
necesidad de aceptación, aprende a rechazar partes de su sí mismo que los demás
desaprueban, con lo cual pierde parte de su proceso de satisfacción de esas
necesidades que ya no reconoce de sí. La tesis central e hipótesis de trabajo
terapéutico, es que al dar consideración positiva incondicional, entre otras
"condiciones suficientes para el cambio terapéutico", el cliente
podrá recuperar su funcionamiento organísmico óptimo.
Constantemente, Rogers en su obra "Psicoterapia
Centrada en el Cliente", enfatiza que las emociones, en muchos casos
disfuncionales, se manifiestan visceral o fisiológicamente, pero que estas
expresiones emocionales no han sido representadas (o simbolizadas según sus
propias palabras) adecuadamente en la consciencia, ya que su representación
podría suponer un peligro para la propia percepción que se tiene de sí
(sí-mismo) y peligrar con ello la propia autoestima. A través de esta
psicoterapia el cliente toma conciencia de tal expresión fisiológica y puede
representarla e integrarla en el conjunto de sus percepciones sobre sí mismo y
el mundo.
El proceso de convertirse en persona
Rogers describe el proceso que viven las personas que
ingresan a terapia y describe siete etapas.
Fijeza: es el estado que comúnmente es descrito como
neurótico.
Vivir la experiencia de ser plenamente aceptado: al inicio
de la relación terapéutica, el primer cambio que vive la persona es entrar en
un ambiente que no le condiciona, lo que convierte en innecesarios los patrones
de comportamiento que ha desarrollado para enfrentar al mundo hostil y
condicionante en que se desenvuelve cotidianamente.
Desarrollo y flujo de la expresión simbólica: la persona en
proceso comienza a desarrollar una expresión verbal más allá de los lugares
comunes y que le permita expresarse con más propiedad conforme a su vivencia.
Flexibilización de los constructos y flujo de los
sentimientos: se comienzan a cuestionar los valores y creencias que han llevado
a la persona a un estado de permanente insatisfacción, y se permite ver las
cosas de forma distinta. Además, en esta etapa se advierte una mayor libertad
para expresar los sentimientos.
Flujo organísmico: la estructura personal del cliente
manifiesta una mayor relajación, los sentimientos son expresados con mayor
libertad, las creencias son libremente cuestionadas y hay una necesidad por
explorar nuevas formas de comportamiento.
Inicio de la experienciación plena: es la fase de la terapia
en que las personas llegan al "punto de no retorno", donde es posible
que abandonen el proceso terapéutico y no experimenten retrocesos dado que
toman conciencia de que son ellas las responsables de su viviencia y
experiencia.
Fluidez: es la descripción de una persona que funciona
plenamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario